
Mis ojos se tornan rojos,
las lagrimas los han irritado.
Me veo vulnerable,
me veo mal.
Detesto llorar
pero detesto más
que alguien me vea llorar.
Si intenta hablar conmigo,
mi voz se rompe y no puedo decir
nada.
Después, me duele la cabeza,
la garganta, las ideas...
Todo duele después de llorar
incluso el alma se debilita
más de lo que ya estaba.
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