Tengo miedo del cambio.
Veo las imágenes de mi pasado en el futuro
y no me gusta.
Me siento fuera de ese mundo
y también fuera de este.
No me gusta sentirme así.
Me gustaría que las leyes de la vida
fueran como las matemáticas:
las reglas perfectas.
Nunca hay cambios.
Y en caso de que los haya,
son proporcionales a lo que se tenia anteriormente.
Pero la vida no es matemáticas.
La vida es más bien como literatura:
el autor hace de su obra lo que le venga en gana.
Si el hombre le va a ser infiel a su mujer,
lo será con tantísimas mujeres como le sea posible.
Si la chica va a morir de amor,
morirá de amor.
Si quiere que el manzano dé peras,
dará peras.
¿Me entiendes?
Anda, ya te lo puse con peras y manzanas.
¿Quieres otro ejemplo?
La magia existe, la inmortalidad es posible, podemos andar sin gravedad,
las mujeres son siempre hermosas y los hombres guapos,
las parejas perfectas son fieles, las imperfectas, no siempre.
Quien canta puede hipnotizar a todo su público.
Quien es pintor puede ser tan grande como Da Vinci, como Rembrant o como Dalí.
Y así es la vida.
La vida es una novela de autor desconocido
-no es anónimo, solo aún no conocemos su nombre-
donde la historia de cada quien es un capítulo, o un volumen
de una gran colección a la cual no tenemos acceso.
Donde muchas cosas pueden pasar.
Donde los mejores amigos se vuelven enemigos.
Donde las reconciliaciones son posibles.
Donde el amor abunda y escasea como el agua en Macondo.
Donde las personas pueden sentirse solas en un mar de gente.
domingo, 30 de enero de 2011
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